Federico se llamaba, Federico Gabriel La Rocca. Un ser increible. Llegó a la tierra para demostrarnos que nunca hay que bajar los brazos y que cueste lo que cueste siempre tenemos que tener fuerzas para seguir adelante hasta que nuestra misión en la tierra haya terminado.
Él era increible. Podías notar en su sonrisa las ganas de vivir que tenía. Soportó varias idas y venidas del hospital a su casa y viceversa. Pasó por momentos de mierda. Pero él siempre tenía su sonrisa para aquellas personas que lo iban a ver. Siempre feliz y con ganas de más.
Hoy, amigo, hace 3 años que te fuiste de nuestro lado, hace tres años que no te abrazo, que no te siento. Viste cuando se te afloja todo el cuerpo, asi me sentía yo cuando me dieron esa maldita noticia. No sabes las ganas que tengo de ir corriendo y abrazarte. Angelito, te necesito demasiado. Me haces tanta falta, no te das una idea. Necesito escuchar tu voz, tu risa. Pero sé que allá estás mejor. Y a pesar de que me cueste aceptar la vida sin vos en carne y hueso, sé que estás ahí, cuando lloro, cuando rio, sé que me escuchas y que te reís junto conmigo. Te amo y te agradezco de todo corazón por haberme enseñado tanto.
Fuiste y serás siempre un ejemplo para mi. Un ejemplo de fuerza, de coraje.
Te extraño mucho Angelito, mucho