miércoles, 17 de agosto de 2011

Su imagen.

 Sale corriendo sin rumbo alguno, no sabe dónde está ni a dónde se dirige. Se encuentra completamente perdido. Está triste, desolado y lo único que quiere es irse muy lejos, que nadie lo moleste ni le pregunte qué le pasa. O tal vez lo que más quiere es que todas las personas estén al rededor suyo. Sabe que no va a regresar y que dejó en su caminar una huella imborrable. Ahora está solo por la vida, con una culpa que le carcome la cabeza desde aquel día en que sucedió. Ya no sabe cómo pedir perdón y cada vez que la mira a los ojos se acuerda de ella. Besa sus labios y se acuerda de ella. Fue todo para él. 
Recostado en su cama mira el techo y se imagina todos aquellos días apasionantes en donde la cama era el personaje principal y ellos el secundario. Donde el fuego era intenso y el ambiente ardía de calor. 
Hoy sólo quedan recuerdos de un ayer soñado. Hoy se lamenta por el dolor causando en su cuerpo, hoy se lamenta por el dolor causado en el otro cuerpo. Sabe que los días que le faltan por vivir van a ser lo mismo, su imagen. No llora de dolor, llora de amor. Llora por aquel amor perdido, aquel amor que jamás volverá a sentir, que jamás nadie le va a poder brindar ni devolver. Ese amor que sintió aquel día y que no olvidará. Todavía sigue esperando en aquellas calles donde todo termino.