viernes, 14 de diciembre de 2018

La felicidad.

Muchas veces nos preguntamos ¿Por qué vinimos al mundo?, ¿Cuál es nuestro destino?.
En realidad, siempre nos cuestionamos todo, nos preguntamos todo, y aunque pasemos horas tratando de resolverlo, cuando nos queremos dar cuenta estamos en el mismo punto de partida.
Ahora bien, creo que es más fácil, no hacerse tantas preguntas y tratar de vivir la vida, de la mejor manera posible, disfrutándola cada segundo.
José, caminaba por las oscuras calles de Buenos Aires, una Buenos Aires triste y desprotegida, pensando justamente en aquellas preguntas mencionadas anteriormente, ansioso de llegar a la casa con su amada, con quien ya llevaba 5 años, y hoy, pensaba pedirle matrimonio.
No sabia cómo decirlo, no sabía qué era lo que ella le iba a contestar, por lo que decidió agarrar el camino más largo. El camino más peligroso, pero en ese momento no le importó, ya que era tan grande la ansiedad que llevaba consigo, que no se dio cuenta la dirección que había decidido tomar.
Luego de transcurrida una hora, él llegó a su casa. Transpirado, exaltado, y casi sin poder hablar.
Saludo a su amada, y decidió irse a bañar, ya que había reservado una mesa en un romántico restaurante. Se alistó, ella se terminó de arreglar, y ambos salieron de la mano, completamente enamorados, hacia el lugar dónde todo podría ocurrir.
Llegaron al salón, José le acomodó la silla a su mujer, y ordenó el mejor champagne que tenía el sitio. Candela no entendía por qué tanta elegancia, pero pensó que sólo era una noche más de tantas noches que compartían juntos. Cenaron, se miraron, se tomaron de las manos, hablaron de su día, y en el momento menos esperado, él sacó de su abrigo una cajita muy pequeña. Ella lo miró sorprendida y comenzó a ponerse nerviosa. No podía dejar de sonreír, aunque todavía no sabía exactamente qué pasaba.
El caballero se levanta, se arrodilla ante ella, y mirándola fijamente a los ojos, comienza a decirle:
- Mi amor, ya han pasado 5 años desde que mi mundo cambió, 5 años desde que comencé a entender cuál era nuestro destino, y por qué vinimos a este mundo. Mi destino era encontrarte, y mi objetivo en la vida, es hacerte inmensamente feliz. Cada día de los días, a cada hora. Formar nuestra familia, lograr cada proyecto que nos propongamos juntos. Y hacer de esto, algo mágico e inolvidable. Porque vos siempre fuiste y serás mi gran amor. Por eso, Cande, ¿Querrías ser mi esposa?, y así te prometo amarte, protegerte y acompañarte por siempre.
- SI, quiero, responde ella, sin ni siquiera pensarlo, llorando, emocionada, lo abraza con todas las fuerzas y ambos se besan con pasión.
Luego de eso, brindan con el exquisito Champagne, finalizan la velada, y regresan a su hogar.
Hacen el amor como nunca, y se duermen abrazados, tomados de la mano.
Entonces, nos seguimos preguntando, ¿Cuál es nuestro propósito?. Definitivamente no existe una respuesta concreta a ese cuestionamiento, pero sí, existe una afirmación, que todos estamos en este mundo por una razón muy simple, la felicidad.

No hay comentarios: